No hace falta más que mirar desde fuera.
No era el momento para avanzar. Al menos, no así. No es justo para ninguna.
Niegas, rechazas, ocultas… sin saber que sé más de lo que demuestro.
Si no demuestro es porque la decisión es únicamente tuya. Sólo necesito la sinceridad de los pensamientos para así, más tarde y definitivamente, perderme lejos o tal vez encontrarte.
¿Qué hallas ante las preguntas que no son respondidas verbalmente?
Dame la oportunidad de conocer, quizá entonces pueda volver a dar la oportunidad de que me conozcan.
Las palabras sólo sirven si se van demostrando con hechos, pero echo de menos inventarme las palabras que lo demuestran todo.
Lo que sé es que no quiero tiempo para perderlo. Y que si lo pierdo, sea por querer.
No quiero ni trampas, ni juegos, ni partidas de dos ni de cinco, porque este juego lo acabo rápido: en cuanto averigüe por ti o por mí cuáles son las normas.
No sé quién eres, no sé lo que quieres. Me pierdo entre saber y querer. Ahora soy yo, pero no sé quién soy.
¿Y para ti?
La respuesta es que no hay respuesta; las preguntas se hacen solas…
Y al final, entre tanto que callamos, sólo hay respuesta para las preguntas que no se hacen.
Tengo algo claro. Si el pasado nos pisa, es que no es tan pasado… Y no importa… Siempre y cuando podamos decidir entre lo que fue y lo que es. Puede que yo tampoco sepa lo que quiero, pero sé lo que no quiero, eso es más que suficiente. Y no sólo para mí…
Al menos, vamos a rectificar unas frases más. Aquellas frases que se dijeron antes de tiempo. Dejemos de hablar por hablar sin ver pasar el momento de dejar atrás.
Sabes dónde encontrarme en el pasado. Vuelve a buscarme en el presente que elijas pero, esta vez, asegúrate de que sea en el adecuado.