sábado, 11 de agosto de 2012
Regreso
El regreso no tiene vuelta atrás. Doy una vuelta, y pienso en regresar al mismo punto. Ese lugar, el lugar de los puntos suspensivos, de los puntos que hablan sin hablar. Los que suspenden el olvido. Los que olvidan las palabras.
Vuelan los daños, llueven los recuerdos. La dificultad parecía sencilla sin ese demonio y sus susurros.
Fuisteis sólo viento, creando tempestades que ahogaron al mar. Al margen de todo aquello, hoy me queda lo que fue y lo que no será. Y lo que podría haber sido, que es lo que debería ser en algún instante.
Hoy vi la eternidad acabada, pero qué me importa si la importancia desapareció. Duele, y sigue doliendo. El año que se esfuma es el daño que consume.
Más y más vueltas. Seguimos navegando en mareos inconclusos de sinrazón. No tuve tan siquiera un motivo así que pregunté, y de tanto preguntar le perdí el sentido a los porqués.
Se repiten, cada vez con más claridad, las mismas noches en las que los días parecen nuevos. Creí poder empezar a partir de un final, pero el trasfondo no cambia. Con los pies más en el suelo que nunca, no puedo levantar cabeza.
Entendí y comprobé, y supe que inevitablemente cada golpe deja su huella. Y de tantas huellas que veo, no encuentro el camino de vuelta… ni creo que quiera hacerlo.
Pero, de la misma forma, hay algo que sí he encontrado. Rasgos del verbo ser, y cambios que no tienen opción de cambiar. He asumido la resignación ante ellos y he aprendido que hay palabras que no se pueden ignorar, aunque sí es posible hacer que se esquivan.
Cuando el tiempo duele es que no se está contando en números. Oír al rechazo reírse a medida que se mueven los relojes es una buena defensa para el futuro.
La risa es lo que me queda, encierre realidades o aparente mentiras. Mientras los ojos se oculten, la normalidad se da por buena. Y todo sigue su curso, porque así ha funcionado siempre.
Pero en primera persona es difícil ver avances… por eso, para acabar esta historia, volvería al pasado y te pediría que pensases una frase distinta, una que pudiese olvidar…
Sin embargo no hay calma, no hay vuelta, y no hay olvido para todo aquello. Y es verdad… yo sigo sin poder entenderlo.
Sé que todo esto volverá tarde o temprano, en una de esas noches malditas y en cada uno de sus susurros. Entonces prepararé la misma tinta y escribiré un capítulo distinto sin vuelta de hoja.
No sé por cuánto tiempo permanecerá el daño… pero si tengo que regresar, sólo quiero un regreso a la intención que tuve de revivir, no importan las caídas de después. Y si pudiera pedir algo más adelantándome a los acontecimientos… pediría que, esta vez, el suelo quedase más alto.
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