martes, 1 de septiembre de 2009

Siempre contigo


Pensarás que por qué he cometido semejante locura, yo te digo que es lo más cuerdo que he podido hacer.
Te escribí esto antes de notar como mis ojos se cerraban para siempre, abatidos por la gran dosis de somníferos que ingerí, quería dormir para tener un sueño eterno en el que sólo apareciera tu rostro cargado de hermosura y así olvidar los largos años de insomnio.
Mi recuerdo es inmortal en la mente de los que me querían, de los que aun a día de hoy me siguen queriendo. Quiero que tú seas una de esas personas y que tengas presente un detalle: únicamente me he despedido de ti.
Cuando me acosó el silencio, después de horas de melancolía, tristeza y demencia sólo acompañadas por mil lágrimas mudas, decidí que no quería palabras amargas para familiares ni amigos, y vino a mi cabeza un pensamiento cierto como la existencia que a mi se me agotaba: “tengo tantas cosas que decirte...”.
Mi alma nunca te abandonó en vida, tampoco pudo hacerlo en esos momentos tan cercanos a la muerte.
Ya que había callado siempre, pensé cómo tendría que ser mi despedida, este sería mi último mensaje, el definitivo que llegaría a tus manos.
Te amé desde el primer minuto, y lo hice hasta el último, cuando la locura se apoderó de mi mente y decidí que ese era mi fin, escuché un nombre, una y otra vez, el mismo nombre que me hizo sonreír, llorar, temblar durante tantos años, retumbó en mis oídos y me sentí como cuando lo oí por primera vez, cargada de vida como un recién nacido y a la vez agotada como un enfermo terminal, así fue el amor, tuve todo cuanto quería y no tuve nada, pero mágicamente fui muy feliz.
Sólo espero que puedas perdonar que te haya abandonado de esta forma, pero siempre dije que tú eras mi vida y al no tenerte cerca se me agotó, no tuve más remedio que hacerlo, sin embargo yo veo algo positivo en todo esto, y es que ahora podré estar a tu lado en todo momento.
Así que me reí de la muerte cuando me visitó, los kilómetros consiguieron alejarme de ti, pero ella no podría hacerlo, a aquella guadaña le faltó una cosa por cortar, mis dos palabras más mencionadas: “siempre contigo”.
Tú fuiste mi ángel y ahora yo seré el tuyo, un ángel que te arropará con sus alas cuando sientas soledad, que secará tus lágrimas cuando sientas pena, que te levantará cuando sientas que te hundes en un oscuro abismo.
Cuidaré de ti mientras sigas en el mundo que yo decidí abandonar parcialmente, porque no hay forma de abandonarlo al cien por cien si mi gran amor continúa sus días en él, de alguna forma tú me das la vida que una maldita sombra en mi mente me ha arrebatado esta noche, por eso es posible que siga contigo.
Estoy segura de que, cuando mi alma despierte y salga a buscarte, no lloverá sobre mi lápida, porque será el primer día que no llore.
Pero el día que llores tú del cielo caerán mil gotas, que chocarán contra tu ventana para recordarte que no me he ido de tu lado, que sigo ahí, siempre, siempre contigo.
Ahora es el momento, crea con mi recuerdo aquella rosa negra con la que solía compararte y arranca cada pétalo, sólo así podré olvidar mi vida y mi muerte para estar contigo sintiéndome libre, graba a fuego mis palabras en tu alma, recuérdalo: “siempre, siempre contigo”...