sábado, 3 de marzo de 2012

Puedo


Pudo ser que se pudiera, y no fue por el poder del daño…

Puede ser que tuviese tanto que decir, que sólo pude guardarlo en el silencio.

Puede ser, es cierto. Que tengas el cuerpo, y quiera conocer tu alma.
Que muera entre susurros de penas ocultas, susurros que de alguna forma gritan.

Por primera vez, el tiempo no te ha hecho más joven, aunque sí más vulnerable. El aire pesa toneladas sobre tus sentimientos, esos sentimientos a los que no les das descanso…

Querría. Por supuesto que querría ofrecerte la bandera blanca para esa guerra de pensamientos. Buscar el brillo que dejaste en varios caminos no merecedores de él… y devolverlo a tus ojos, que apenas puedo encontrarlos entre esas miradas perdidas.

Porque cuanto más se cruzó la distancia, más cerca estuve del desvelo por tu bienestar.

Y puede que no me olvide de que no eres sino todo lo contrario a lo que dices. Puede… que en los instantes en los que demuestras, sea en los que menos te vea. Puede que, según cómo miremos, la luz sea más castigo que regalo.

Pero quiero ver, desde este rincón, una media luna en el cielo. Sé exactamente la distancia que debo tomar para no cegarme... Sólo necesito media luna. ¿Por qué?

Porque puedo, si confías, hacer desconfiar a la oscuridad de las sombras que se equivocan. Sé que hablan. Sé que se basan en pasados y no te describen. Sé, de tu boca, que el dolor ataca por eso…
Y por eso escribo.

Escribo porque no puedo cambiar su visión, pero puedo ofrecerte la mía.

Escribo… para contar la historia de cómo lo visible puede cambiar a irreal. Porque esta es la historia de cómo se descubre la verdadera imagen de una maravilla no valorada.