Y de repente eché de menos aquella "vida muerta".
Quería regresar a ese abril en el que yo me moría
y tú me matabas.
Quería recordar cómo era verte con los ojos del imposible.
Engancharme a tu voz, necesitar tu luz
llorar el miedo por lo que me pasaba contigo. Y sin ti.
Y quería volver a llevarte rosas rojas, por si no lo hacía él.
Y perseguirte por tantas ciudades, llamarte "mi vida" en cada uno de mis silencios.
Remover esos cuatro años, y que me cantases que no contaron mucho
como si todo fuese un tango.
Porque el amor después de eso se convirtió en algo químico.
El amor llama al hipotálamo
y mi hipotálamo está muerto.
Así que me he quedado, desde entonces,
sólo el recuerdo de lo que es sentir
y el odio a lo que soy, por lo que es ella
-y porque fue mi mundo-
Con una "N" como inicial
con mil intentos en los que "ellas" quedaron en suspenso
y con una rosa negra tatuada en el vientre.
Y nada cambia.
-Sigo viviendo a la sombra
con la maldición de los imposibles.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario