martes, 26 de abril de 2011

Siente


Saturación, límite, cansancio, agobio, desesperación, resignación, rabia, tristeza, dolor.

Todo y nada. Situaciones diversas, emociones distintas. ¿Distintas? Sea como sea, siempre es lo mismo.

Necesidades básicas. Tranquilidad, descanso, tregua, parón, paz.

Vuelve a gritar. Grítame una vez más. Gritadme hasta que sólo oiga los repiques de campanas en cuatro paredes. Seguirán siendo sonido armónico a pesar de los golpes incesantes. Música evasora en constante tormento.

¿Contradicciones? Yo no lo creo. Definiciones precisas en dilemas incoherentes. Falta de comunicación en instantes de no querer saber de nadie.

Y es que no quiero saber nada de nadie, y nadie quiere saber nada de mí. Y es mejor. Revelación despreocupada de la evidencia.

Camuflaje del sentido, eficaz para no saber de qué se habla. Un estilo de confusión demuestra un sentir claro.

Golpea esa pared, derriba la ira. Haz como si no escuchases el abandono de la estabilidad y su calma.
Eh, sólo “haz como”.

Aguanta ahí, mientras el descontrol va clavando dos puñales acompasados. Rompe el reloj minuto a minuto, que una manija no sea testigo nunca de tu realidad.

Así que sal a tu mundo, agacha la mirada evitando así que alguien descubra, que algún reflejo te delate. Y finge.

Finge que nada importa, y que todo es importante. Oculta que quieres ocultarte. Un tiempo indefinido define la situación de incomprensión.

Deja que las tensiones se acerquen. Observa impasible como los reclamos te agreden. Grita “písame” cuando la causa del desastre quiera dar media vuelta. Volverá y lo hará.

No te preocupes. Humillación no quiere ser mencionada, ya no existe. Salió huyendo hace tiempo, nadie sabe dónde fue. Perdió el sentido de la realidad y permanece ausente.


Desde ahí… es simple. Levanta del suelo. Sacude el instinto. Recoge la paciencia. Y, como siempre, en poco tiempo… vuelve a leer desde arriba.

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